Las planillas están a mano. Se trata de los resultados de los últimos comicios, circuito por circuito, mesa por mesa. El Partido Justicialista se enfrenta a un problema capital, el temor a que se replique la derrota que esa fuerza cosechó en la capital salteña en manos de La Libertad Avanza. La sociedad de ambos La ola violeta comienza a inundar zonas que, hasta los últimos comicios, todavía estaban resguardadas de la fiebre libertaria. La baja concurrencia en las elecciones del domingo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires fue un toque de alerta para el oficialismo tucumano. Por eso, el gobernador Osvaldo Jaldo consideró que es necesario encender el aparato lo más pronto posible. No hay otra forma de contrarrestar la marea libertaria, a pesar de que las “fuerzas del cielo” todavía no visibilizan un capitán que dirija el barco tucumano.

El vicejefe de Gabinete del Interior, Lisandro Catalán, es el presidente del distrito local de La Libertad Avanza, pero cada vez suena más el nombre de Manuel Guisone, de la Fundación Federalismo y Libertad, con un rol importante en la nómina libertaria de candidatos a diputados nacionales. La dirigencia local sigue insistiendo que la marca es más fuerte que los nombres. Y ponen como prueba de esa estrategia los resultados en varios de los distritos donde ya hubo votaciones. Catalán viene mañana a Tucumán para presentar el “Plan de Reforma Integral del Estado en Tucumán”. No es un programa de coyuntura, sino que es un aviso de que LLA peleará de frente por la gobernación en 2027. De todas maneras, los libertarios chocan con una realidad que es recurrente: la atomización de una oposición al peronismo que sigue dividida en cuatro o cinco corrientes.

Mientras tanto, Jaldo suma a su proyecto político a Germán Alfaro, líder del Partido de la Justicia Social, como un aliado para consolidar al oficialismo en los comicios del 26 de octubre. No hubo promesas de cargos en el Poder Ejecutivo; tampoco de lugares en la lista de postulantes. Pero sí una ratificación de una relación cosechada a lo largo de varios años. Es pública la postura del gobernador respecto del ex intendente capitalino y de su esposa, la senadora Beatriz Ávila, de quien dice que ha sido la única tucumana en la Cámara Alta que ha respondido cada vez que le hizo un pedido de gestión o de aliento a algún proyecto de la Casa Rosada. Establece una clara diferencia respecto de las conductas de Juan Manzur y de Sandra Mendoza en ese sentido. La convocatoria del viernes generó un cisma interno. Hubo ministros que presagiaban el desembarco del ex jefe municipal en el gabinete; también algunos dirigentes se mostraron sorprendidos por la cumbre nocturna. Todos miraron la posible reacción de la intendenta Rossana Chahla, enfrentada con Alfaro en cuestiones de problemas heredados.

Jaldo patea el tablero: suma a Alfaro y apunta a LLA en Capital

“El gobernador es nuestro conductor político y es quien define el armado electoral. Tiene todo el derecho de reunirse con quien considere necesario. Si Germán Alfaro forma parte de esta estrategia, debe ser así”, expresó ayer Chahla cuando fue consultada acerca de la reunión del viernes. Los libertarios seguían de cerca la novela peronista. Algunos se animaron a hablar a la intendenta, como una manera de medir los ánimos. Sostienen que ella tiene buena imagen y no descartan una eventual convocatoria en el proceso de construcción de poder hacia 2027. Desde el entorno de la ex ministra de Salud de la provincia, sin embargo, advierten que ella no cambiará de rumbo en un partido que le dio la posibilidad de crecer políticamente. Todos los votos suman. También los del ex intendente y actual presidente del Ente Tucumán Turismo, Domingo Amaya. Aún más, ya arrancó el plan de evangelización de los referentes justicialistas de San Miguel de Tucumán. “Nadie puede sacar los pies del plato”, argumentan en la Casa de Gobierno.

Chahla, sobre el acuerdo Alfaro-Jaldo: “El gobernador define el armado electoral”

Fiel a su profesión de contador, Jaldo hace números. La primera ecuación es que no hay 2027 sin 2025. De esa manera, define que los comicios de este año serán el sustento del que se desarrollará dentro de dos años. El que sale de la estructura, perderá. El boletín de calificaciones de cada dirigente será el escrutinio. Y allí surge la otra ecuación. Más importante que el 26 será el 27 de octubre. En otros términos, el comportamiento electoral del domingo de la votación pasará a segundo plano frente al resultado. Allí el gobernador evaluará quiénes fueron leales y quiénes no contribuyeron a la causa. Será el sistema de premios y castigos para los dos años de mandato que quedarán. Es la lógica del tranqueño para disciplinar a un partido que el dirigente Enrique Romero lo compara con un ranario, en el que algunos saltan para la izquierda; otros para la derecha; saltan para adelante y otras ranas juegan para atrás como una manera de preservarse.

Cara reconocida

La lista de candidatos sigue siendo una incógnita en el que el nuevo sistema de votación pondrá a prueba al Partido Justicialista. La obsesión del mandatario provincial es que al escudo del partido lo acompañe una cara reconocida por la sociedad. El nombre de mayor consenso dentro de la sede del Poder Ejecutivo sigue siendo el mismo: el vicegobernador Miguel Acevedo. Sin embargo, el presidente de la Legislatura ya desechó esa posibilidad. De todas maneras, nada está cerrado por aquello de que primero el movimiento; después los hombres.

El mandatario ya está de campaña. Viajó a Buenos Aires no sólo a acelerar gestiones oficiales, sino también buscar la plataforma de sustento electoral, con la idea de consolidar su imagen. Su idea es clara: provincializar las elecciones. Sin embargo, su nombre ya suena en algunas corrientes peronistas a nivel nacional como uno de los dirigentes que puede contribuir a la causa partidaria en los comicios de 2027. El bonaerense Axel Kicillof lo tiene en su radar, pese a que Jaldo es un crítico del centralismo porteño. En política, todo es posible. El sustento de esa visibilidad del tucumano es el ranking de gobernadores que lo tiene entre los de mayor consideración social, debido a su rol dialoguista con la gestión de Milei. De todas maneras, el tranqueño desecha por ahora esa probabilidad. “Primero Tucumán”, afirma, en consonancia con el nombre que probablemente designe al frente que comandará.

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En Buenos Aires, Jaldo pasilla por algunos edificios públicos, pero concentra sus gestiones fuera de los ámbitos gubernamentales. En la previa a la convocatoria al congreso nacional del PJ, el tucumano brinda señales de pertenencia al movimiento, independientemente del rol institucional que lo acerca al presidente de la Nación. El peronismo debe llegar unido a octubre, señala. Sus interlocutores nacionales creen que el mensaje es claro y está en consonancia con lo que se pregona en el edificio de Matheu 130 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La unidad, en la concepción jaldista, implica que no haya internas para seleccionar a los postulantes a diputados nacionales en el distrito. Jaldo vendrá de la metrópoli con la idea de que el consenso es posible y de que no habrá internas que debiliten, aún más, al partido que hasta hace dos años administraba el poder. Hay mensajes que dio a la conducción nacional acerca de la organicidad. Eso también se evidenciaría en el Congreso porque, en la recta final rumbo a los comicios, será difícil apoyar proyectos que atenten contra los jubilados. Eso implicaría un endurecimiento del discurso.